jueves, 27 de febrero de 2014

Hay un tiempo


Hay un tiempo en que se deja de sentir.
Carne y piel se convierten en mortaja
del Ser en decadencia.
Cuerpo en latencia,
en espera, quizá
de volver a resucitar.

Es el tiempo de largos silencios.
De preguntas al techo,
al foco sin luz,
como si acaso este fuera un Dios apagado.

El tiempo de la desidia
de no saber para qué se es;
de mañanas de ayuno,
tardes sin hambre, 
y noches inertes.

Cuando los días se repiten
en una franca sucesión de hechos incólumes.
Donde la nostalgia  
es una cobija a cuadros que se arrastra,
pesadamente, sin importar el clima.

¿Cuál clima?
No se siente…
Carne y piel son la mortaja
de una vida que ya no existe.

viernes, 7 de febrero de 2014

Piedras al abismo



Mi trabajo es lanzar piedras al abismo 
y esperar a que algún condenado las coseche.
Piedras lunares, extraídas de mis otros cuerpos,
de vidas encarnadas de tantos siglos;
piedras cáusticas que laceran la membrana 
que divide lo que fui y sólo intuyo
con lo que ahora soy…

He sabido de gente golpeada por ellas.
Mis piedras colmadas de amorosa ironía,
de palabras intrínsecas, indómitas presencias.
Piedras a veces huecas. 
Que flotan 
por ríos que se bifurcan. 

Mi trabajo es contenerlas.
Contenderlas unas con otras.
Las mías con las tuyas.
Lanzarlas al abismo 
y esperar a que algún condenado
como yo, las coseche…