viernes, 18 de febrero de 2011

Olvidarte


Olvidar que existes, es fácil

como cerrar la ventana

para no oír tu voz como un ruido que molesta.

Tirar la manzana que ya no comes

y que supura líquidos pestilentes

contaminando mi espacio.


Olvidar todo de ti, tarea sencilla.

Como cambiar de canal al televisor

soltar el drama y ver comedia

o apagar el aparato, francamente

y escuchar música barroca.

                 Nada comparado a la sencillez tuya.


Alejarme de tus símiles

no hacer caso a tus muebles:

tu silla predilecta

      el lado de tu cama

            la mesa de centro que acunaba tus pies.


Dormir con seis cobijas

romper tu taza del café

dejar el gato afuera

comer sobre la cama

y fumar otra vez en el baño.

Ser yo, así como era antes de ti

con el plato de comida tan alejado de las formas

mientras se enfría con mis lecturas.


Sí puedo olvidarme de ti.

Necesito comenzar ya el desorden en la casa.

Cerrar la ventana

                 -por dentro y por fuera-

esperar a que la fruta que compré, por si llegabas

                                supure tu ausencia.

Silenciar todas las músicas del mundo

conciliar el sueño y cobijarme

                           pesadamente

                                 como a ti no te gustaba.


Matar al gato que duerme en tu vacío

Volver a comer… Para comer sobre la cama

                                       y a fumar ya he empezado.


Falta acordarme exactamente

como era yo antes de ti.

Recuperar el olor de mis soledades

regar por la casa mis libros favoritos

que pacientemente ordenaste en la estantería.

Estar sin bañarme otros tres días

                                           ¡Ah!... Y comer.

Necesito volver a comer sin ti.

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