jueves, 27 de febrero de 2014

Hay un tiempo


Hay un tiempo en que se deja de sentir.
Carne y piel se convierten en mortaja
del Ser en decadencia.
Cuerpo en latencia,
en espera, quizá
de volver a resucitar.

Es el tiempo de largos silencios.
De preguntas al techo,
al foco sin luz,
como si acaso este fuera un Dios apagado.

El tiempo de la desidia
de no saber para qué se es;
de mañanas de ayuno,
tardes sin hambre, 
y noches inertes.

Cuando los días se repiten
en una franca sucesión de hechos incólumes.
Donde la nostalgia  
es una cobija a cuadros que se arrastra,
pesadamente, sin importar el clima.

¿Cuál clima?
No se siente…
Carne y piel son la mortaja
de una vida que ya no existe.

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