
Quisieron dejar de existir
Que no quedara nadie en esa soledad
Apagaron la luz de sus balcones
En sus trincheras
los sepultó la oscuridad
El aire recogió sus miserias
La calle de piedras lavadas
dejó de ser río de gente
Y la iglesia con sus torres
nunca fue perdonada
El polvo esperó ser agitado
Los ecos aguardaron el regreso
Las cúpulas de los árboles
ondearon la tristeza de las noches vencidas
Y terminó
Se durmieron en un sueño rojo
Mariposas negras aplaudieron la insolencia
Una lágrima derramó la roca.
Y el tiempo se llenó de moho
cuando musitaron sus fantasmas.
No quisieron ser unos
Fueron todos
Arraigados en sus tierras ultrajadas
Desde los siglos
Hermanos olvidados
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